EL FRENTE DE MASAS Y LA COYUNTURA ELECTORAL

Por Cuauhtémoc Amezcua Dromundo.



El frente de masas ha sido un esfuerzo muy valioso; ya ha sido capaz de frenar importantes intentos de privatización y otros graves atropellos contra la clase trabajadora y el pueblo. Y en la medida en que avance su construcción, en calidad y cantidad, podrá convertirse en la fuerza capaz de revertir el actual estado de cosas, cuya causa de causas radica en la dependencia de México respecto del imperialismo; es decir, podrá desempeñar un rol medular en el proceso de liberación de México, en el que se ha empeñado nuestro pueblo desde siglos atrás.



Las coyunturas electorales han sido una amenaza para la actividad combativa y unitaria del movimiento de masas. Éste se ha visto en riesgo de desmovilizarse y distraerse de su lucha fundamental contra las cuestiones de fondo: las privatizaciones, las “reformas estructurales”, el neoliberalismo y el imperialismo, que son en el fondo la misma cosa.



Ya, en los inicios del proceso electoral de 2006, el PPS de México alertó al Diálogo Nacional, que era –y sigue siendo- el principal referente del movimiento de masas, sobre ese peligro, y lo hizo razonadamente. Resulta oportuno y aleccionador, releer nuestro documento al respecto:



En primer término, nuestro partido puso las alternativas a la vista de todos: Una muy plausible, planteamos entonces, “sería la de entrar a la batalla electoral con el programa que el propio movimiento de masas ha construido, con un candidato que sea unitario, aglutinante, con autoridad política y moral. Los fines serían: evitar la desmovilización; fortalecer la batalla de las ideas, defender y difundir el programa mínimo no negociable; elevar la conciencia de diversos sectores del pueblo; dar contenido y elevado nivel a la campaña electoral”. En aquella circunstancia concreta, el candidato tendría que ser sin registro, no por razones políticas, sino porque no existían las condiciones jurídicas, de tiempo y forma, para que lo tuviera.



“Otra forma plausible y con los mismo fines –también planteamos entonces- sería la de no participar en la contienda electoral con un candidato, pero, al calor de la campaña, difundir nuestro programa mínimo no negociable con la mayor intensidad posible, y declarar públicamente que sólo merecerá el voto del pueblo quien lo haga suyo y se comprometa a llevarlo adelante, por lo menos en sus aspectos esenciales”.



“Una tercera, sería el llamamiento al voto de rechazo a un proceso electoral que no ofrece alternativas reales frente a los graves problemas que enfrentan la clase trabajadora y el pueblo, acompañado de la difusión del programa mínimo no negociable. Ésta alternativa bien puede combinar con la anterior”.



“Y una cuarta posibilidad, sería la de entrar en alianza con el candidato que ya ha concitado esperanzas en amplios sectores de la población”, nos referíamos a López Obrador. “Ésta puede tener dos variantes: puede ser sin que medien condiciones de tipo programático, sobre la base de la confianza en el líder, pero eso es muy peligroso para el provenir del movimiento de masas... O puede ser, en una segunda variable, con la condición de que el candidato haga suyo el programa mínimo no negociable; es decir, que se comprometa en la lucha contra el neoliberalismo y el imperialismo. Ésta sería una solución óptima, pero por hoy no parece haber las condiciones para lograrla, dado que el candidato no querrá tomar compromisos que le aten las manos. Pero sí podría haberlas en otro momento, ya avanzada la campaña electoral, si se diera el caso de que la correlación de fuerzas se mostrara en equilibrio y la victoria electoral de dicho candidato pudiera depender en buena medida de ganar como aliado al movimiento de masas, aun corriendo el riesgo de tomar distancia frente al capital financiero y corporativo transnacional. Para ello, el movimiento de masas tendría que esperar el momento oportuno para negociar, y, más todavía, tendría que construir las condiciones. Y para ambas cosas, lo que menos debe hacer es adelantar una intención de apoyo incondicional al candidato.”



“Por último, en nuestra realidad concreta –seguía diciendo nuestro texto- lo más probable es que se dé una combinación de varias de las formas señaladas. Es presumible que una parte del frente de masas se incline por la alianza con el líder político que las encuestas ya han definido, sin demandar condiciones programáticas. Se trata de una alternativa que puede asegurar posiciones en el congreso, diputados y senadores, lo cual no es malo si éstos llegan a servir quizá para la lucha en el porvenir. Ésta puede ser la decisión más probable que tomen algunas de las organizaciones mayores en este frente de masas, si se considera la perspectiva desde la cual las organizaciones de este tipo ven las cosas. Y es igualmente probable que otra parte del frente de masas opte por un candidato sin registro en los términos que se dijeron, o incluso por el llamado al voto de rechazo al proceso electoral, por inconsistente.



Pero luego rematábamos el razonamiento, planteando cuál era el error que no se podría permitir el movimiento de masas: “hay que declarar que lo que no debe hacer el movimiento popular, el único error que no se puede permitir, es el de romper la unidad que ahora tiene, en torno a aquello que nos ha unificado: la lucha contra las privatizaciones, las reformas estructurales, el neoliberalismo y el imperialismo. Si además de eso que ya tenemos, también podemos asumir todos una posición única en el frente electoral, ¡qué bueno! Pero si no podemos, nada se perdería si cada cual actúa en este aspecto con libertad, puesto que no es para lo electoral que nos unimos ya desde hace varios años, ni ha de ser ese asunto el que determine nuestra lucha fundamental en el futuro. En esto, como en todas las cosas que se discuten en un frente amplio, la solución correcta es: unidad en lo que coincidimos, y libertad para que cada cual asuma su propia posición en lo que no coincidimos, con pleno respeto por parte de todos y sin que por ello se ponga en riesgo la unidad.



Como se ve, la posición del PPS de México no ha variado en su contenido. Su concepción mantiene su validez, y se refleja en la Resolución sobre este tema que tomó en su XX Congreso.

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