Argumentos para una campaña contra el voto nulo

Por María de los Ángeles Huerta Del Río[1]



Respecto a la campaña del voto nulo, me parece que lo primero que tenemos que preguntarnos es por qué alguien quiere que expresemos nuestra indignación moral, a sabiendas de que eso no es lo que cambia la política, ni los intereses creados, ni el gran poder de la oligarquía y los potentados que además se alían de muchas maneras a los políticos corruptos en turno. Tal vez lo que pasa es que este grupo en el poder, ha calculado que una vez expresada la indignación a través del voto anulado, nos vamos a quedar muy contentos con cualquier cosa que dicha cúpula decida hacer para dar satisfacción a la muy legítima indignación y enojo de los ciudadanos con la clase política.

Preguntémonos por qué la mayoría de los líderes de opinión atizan la idea de que todos los políticos “son iguales”. Si esto fuera cierto, entonces no hay nada que hacer. Pero eso no es cierto, No podemos olvidar que todavía habemos muchas personas que sí queremos cambiar las cosas, que no aceptamos el estado de cosas actuales, quedamos mucha gente honesta que en serio estamos preocupadas por el porvenir de esta patria. Preguntémonos qué dicen los manuales sobre las guerras de baja intensidad: qué han hecho antes, en otros lugares, cuando quieren dar un golpe, que no necesariamente será “un golpe de estado”, pero si un golpe para impresionar por ejemplo, un golpe para quedarse en el poder hasta el 2030 por ejemplo.

Parecería que el presidente y su grupo en el poder se están sobando las manos calculando que después de este clima de opinión que se está pretendiendo generar, todos les vamos a aplaudir prácticamente cualquier cosa que hagan y que aparentemente satisfaga la indignación moral de los ciudadanos. Pero debemos acordarnos que nuestro problema no es moral, no es un asunto de buenos y malos. Parece que la consecuencia políticamente más relevante de que se esté discutiendo esto del asunto del voto nulo es que recrudece la pulverización de la ciudadanía, porque esa propuesta ha estado amputando, pretendiendo mutilar un rasgo fundamental que tendría que ser considerado condición necesaria, indispensable para ser ciudadanos: ejercer nuestra capacidad de elaborar juicios políticos. Debajo de la grandilocuente retórica que dice defender los derechos ciudadanos, uno de los cuales sin duda es el voto, lo que en realidad parece que están haciendo es propulsar la indignación moral de un segmento de población amplio, que a veces parece no tener un compromiso claro o bien definido. Y esa indignación moral que han estado fomentando a través de la idea del voto nulo o voto en blanco, lo que pretenden hacer, nos parece, es crear un “clima de opinión” que sea perfectamente favorable para que “la sociedad” o “el público” o “la gente” o “los ciudadanos” es decir nosotros, lleguemos a considerar aceptable cualquier acción de depuración que se produzca en o desde el seno del grupo de poder que prácticamente ha capturado el estado mexicano desde hace años. Por eso lo que tenemos que tener claro es que hacer juicios morales no es hacer juicios políticos, los juicios morales no van a cambiar nuestra realidad política, si así fuera Carlos Salinas, Carlos Ahumada, Luis Echeverria, Vicente Fox, por sólo mencionar algunos, ya estarían en la cárcel.

Preguntémonos si eso de no votar es bueno para el país, para la patria, para la gente, para nuestros hijos y su descendencia. Sin duda lo que sí es malo para nuestro estado es que prevalezca el cinismo, la impunidad, la opacidad y sobre todo la no rendición de cuentas. Es malo que se acepte como inevitable la precariedad moral y la corrupción de la llamada clase política. Y es malo porque nos bloquea la posibilidad de ser un pueblo que participe en la historia del mundo. Nos vuelve un pueblo que “nada de muertito”, un pueblo sin grandeza, un pueblo cuyas generaciones venideras sólo podrán experimentar vergüenza, si es que la llegan a conocer… la vergüenza por no haber sido capaces de haber podido sacar a una minoría depredadora cuya vocación es, precisamente, “nadar de muertito”, una minoría depredadora que ahora nos manipula de tal modo que hasta quiere que los dejemos ahí, pero eso sí, sin chistar, y ahora hasta sin votar…

Lo que parece es que la campaña del “Yo anularé mi voto” está basada en la explotación política de la indignación moral de un segmento de la clase media y empresarial mexicana que ahora resulta que está muy enojada y molesta. Pero si examinamos detenidamente las razones que los adalides intelectuales más avezados han preparado, se encontrará siempre debajo de todo el discurso el núcleo del asunto: un llamado moral que pretende cambiar a la política. Un llamado moral que dice: “la política es mala porque los políticos son moralmente malos, y esto, según ellos puede ser cambiado sólo mediante una especie de crisis impulsada por la indignación de las clases medias, a las que sin lugar a dudas se sumará una nebulosa “indignación ciudadana” que permitirá reclutar en el amplio grupo de los indignados a gentes de los más distintos orígenes: jóvenes marginados, políticos y políticas en busca de reciclamiento, señoras consumidoras voraces de telenovelas, mujeres intelectuales, profesores convertidos a la palabrería del poder ciudadano y la sociedad civil. En una palabra, cacerolismo vil.

Por eso es necesario que nos preparemos para esta época oscura. El camino que proponemos es que protejamos nuestro verdadero instrumento como ciudadanos: nuestra capacidad para elaborar juicios políticos. Si nos dejamos llevar por el moralismo cacerolista implícito en la campaña del voto nulo, en el escenario menos malo, sólo tendremos una experiencia catártica. Una explosión emocional que acaso alimente la fantasía de que con eso cambiaremos el mundo; pero el mundo, el país seguirán igual: si una marcha blanca, de más un millón de gente caminando por las calles del Distrito Federal no pudo hacer que en este país haya siquiera un poquito más de seguridad pública por ejemplo, ¿de dónde sacaron que una abstinencia nulificadora del 3 o 4% de la población votante hará una diferencia real en el proceso de depredación que en nuestra contra hace la clase política y un segmento de la clase empresarial mexicana?

¿Cuántas veces nos han engañado? Muchas, y por eso hoy sentimos indignación moral. Está bien. Pero hoy, hoy, hoy, están arreglando un nuevo engaño. Nuestra única defensa es la capacidad de juicio; con esa capacidad utilicemos el voto. Todos podemos salir a votar este 5 de julio y demostrar que los cínicos en el poder estarán ahí sólo hasta que nosotros lo queramos. Repito, sólo hasta que nosotros lo queramos. Votemos este 5 de Julio, por México, por el mejor candidato y/o la mejor propuesta política que tengamos al alcance. Mi juicio político me dice que es mejor votar, votar para que se vayan los ineptos y no regresen los ladrones.

[1] Candidata Ciudadana a Diputada Federal por el Distrito 22 de Naucalpan, Estado de México. www.angelesdeconvergencia.org

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