Loquitos libertarios y tiempos de cambio

Michel Balivo

(Biblias por tierra)

Comentan las matrices de opinión nacional e internacional, que el
presidente Chávez se volvió loco, enfermo de poder. Pero a los locos,
a los que no coincidían con el enfoque de la conciencia colectiva de
su época, en toda cultura desde el principio de los tiempos se les dio
a grandes líneas dos tratamientos.
Se los excluía y recluía socialmente, o se los trataba como gente
especial permitiéndoles hacer su vida y tratándolos con gran respeto.
El problema entonces aparece cuando el 60% de una población comparte
esa locura o enfoque, ese punto de vista diferente y especial. Porque
ese loco puede llegar entonces a presidente y gobernar a los cuerdos.
No lo digo yo, esas son las normas de nuestra constitución y
democracia. Creo que esa es una posibilidad global, de grandes números
de locura, en la que jamás pensamos cuando elaboramos cuidadosamente
nuestras instituciones. Pero en esa democracia también hay elecciones
regionales, en las que la poca gente cuerda que queda tiene la
posibilidad de ganar alguna gobernación y alcaldía.
Y cuando así sucede, ponen en evidencia toda su cordura atacando,
saqueando, incendiando las misiones de salud, alimentación, cerrando
los espacios de educación, agrediendo a las hordas de locos. Esa
tampoco es una actitud nueva, porque a los locos por lo general se les
tiene miedo, y el miedo nos paraliza o nos vuelve agresivos, sobre
todo cuando nos reunimos en grandes grupos. La sicología de las masas
es muy diferente a la de los individuos.
En consecuencia, el presidente Chávez ha lanzado la campaña de "¡Uh Ah
Chávez no se va!". Se trata de una enmienda constitucional que
requiere reunir dos millones y medio de votos para presentarlos ante
el Consejo Electoral, y que este autorice y organice en el tiempo
máximo de un mes el referendo constitucional. Eso no debería ir más
allá de febrero o marzo.
Pero también y a mayor velocidad, puede ir por la vía de la Asamblea.
Si resulta aprobado, los presidentes o presidentas pueden seguir
presentándose como candidatos a reelección sin limitaciones. En el
caso del Partido Socialista Unido de Venezuela, eso posibilita que los
candidatos se auto postulen, pero han de ser las bases las que den el
visto bueno final.
Entonces el tema no es si alguien está o no loco, sino si hay
suficientes que participen de su locura para llevarlo a los puestos de
poder. Yo supongo que para las visiones del mundo que no logran llegar
a gobernar e imponerse, los que ganan siempre han de estar un poco
locos por no compartirlas y tener una diferente. Aunque los que ganan,
tampoco están necesariamente libres de ello.
En todo caso la oposición ha de tener cuidado con sus campañas, porque
si se infunde el temor es posible que crezca el número de loquitos.
Tal vez el pueblo no valoraba lo suficiente los logros de estos diez
últimos años, probablemente no estaba satisfecho con muchos de sus
representantes elegidos y el modo en que hacían las cosas.
Pero cuando se atacan las misiones, que ya formaban parte desde hace 5
años de la organización socioeconómica de los Consejos Comunales,
pueden dar por seguro que cobrarán inmediata conciencia de lo que
significaría volver a perderlas y quedar nuevamente en situación de
total desprotección y vulnerabilidad.
Una cosa es sufrir el total desinterés y desatención de los
mandatarios, y otra es la agresión directa y sin motivo para saquear y
cerrar los locales, desalojando a todo el mundo, aún antes de asumir
su mandato constitucional. Sobre todo, cuando en la campaña se repitió
hasta el cansancio que se iba a respetar y aún mejorar, todos los
logros que beneficiaban al pueblo.
Lo que los dirigentes cuerdos tendrán que explicar a sus
representados, es por qué se niegan a esa enmienda constitucional,
cuando se llenan la boca diciendo que ganaron las elecciones
regionales y el presidente Chávez ya no tiene respaldo popular. Es que
estamos en acelerados tiempos de cambio, en que la locura y la cordura
se mezclan hasta casi volverse irreconocibles.
Pero sin meternos en aguas profundas, en temas que han de debatir los
eruditos sicólogos, sin tratar siquiera asuntos de economía, en los
cuales también hay muchos especialistas que difícilmente se ponen de
acuerdo, lo cierto es que el presidente Chávez le ha devuelto al
pueblo su autoestima.
Le ha elevado su moral, al dar continuo ejemplo de lo que un servidor
del pueblo ha de ser. Termino de verlo en un acto, donde reclamaba a
los organizadores porque ellos estaban bajo un toldo, mientras el
pueblo soportaba al inclemente rayo del sol. Pidió que para la próxima
vez lo pusieran a él donde el sol pegara más fuerte, en condiciones de
igualdad para todos.
Y la misma sensibilidad demuestra con cada pequeño detalle de
preferencias, privilegios que atentan contra la declamada igualdad,
que los hábitos nos hacen pasar desapercibidos. Yo diría que más allá
de lo acertada o no que podamos considerar su visión de un mundo más
justo, su mayor locura, es la de poner en esta época de exagerados
personalismos, su vida al servicio de los demás. Eso no se lo perdona
ni siquiera su exesposa, que participó de la campaña en su contra y le
dificulta ver a su hija.
Y hablando de tiempos locos, eruditos en economía y matrices que
circulan, donde parece que la realidad es tan flexible como para
ajustarla al deseo y los montajes de cada cual; se dice que esta
crisis económica global y la consiguiente caída en la demanda y los
precios del petróleo que está produciendo, hará imposible la
continuidad de la revolución bolivariana.
Yo me pregunto si son ciegos o ignorantes, (que es otro tipo de
ceguera), los que opinan y los que los oyen. Porque ante los ojos
tienen la celebración de los cincuenta años de la revolución cubana.
Podrá gustarles o no, pero los hechos son los hechos. Y si la medida
del logro está en la intensidad y cercanía de las fuerzas naturales y
socioeconómicas que han debido enfrentar y resistir para que su visión
del mundo se abriera camino, vaya logro entonces.
Mayor aún es el logro cuando muchas de las misiones venezolanas
iniciales, fueron posibles gracias al apoyo de los profesionales
cubanos, que por supuesto son uno de los blancos preferidos de toda
agresión presente. En aquellos tiempos los médicos venezolanos no
soñaban con atender a los pobres. No era un problema personal, sino de
negocios.
Por ello, los profesionales cubanos han tenido que ir formando a los
nuevos médicos integrales venezolanos, además de atender a todos
aquellos que los requieren, que son millones. Muchas veces teniendo
que y/o eligiendo vivir en sus mismas condiciones de pobreza. Ese es
otro tipo de locura incomprensible y difícilmente perdonable en
nuestra época. ¿Qué negocio es ese?
Yo creo que hoy pecamos de observar todo muy superficialmente. Lo que
realmente diferencia al ser humano no son sus hábitos y creencias, sus
rituales económicos, que no son sino la contracara de los cíclicos
fenómenos de la naturaleza que rigen a todas sus criaturas, y en torno
a los cuales nos vemos obligados a organizar nuestras actividades.
Como las estaciones climáticas a la agricultura por ejemplo. Eso lo
compartimos con todo el ecosistema.
Lo particular del ser humano es que su mente es sensible a los
elementos y variables azarosas, que irrumpen dentro de esos sistemas
cíclicos cerrados y repetitivos de muy pequeñas y lentas variaciones.
Gracias a eso disponemos de una relativa libertad de elegir entre las
alternativas que vamos reconociendo, concibiendo e implementando.
Con motivo de eso, vivimos previniendo temerosamente el futuro e
intentando por todos los medios seguridad. Si algo es entonces
esencial al ser humano es su impulso libertario y su contradictoria
contracara, el temor a qué nos deparará el futuro. Creo que con una
breve meditación no es difícil reconocer que toda ciencia, evolución y
revolución, brota necesariamente del impulso libertario de nuestro
corazón ante toda limitación natural o social.
Así como todo fracaso de la misma se debe al temor al futuro, a la
inseguridad que se aferra a lo conocido, al plato de comida seguro,
traicionando su más profundo sentir. El avance de la libertad
conciente de sí misma, es entonces también el avance de la revolución,
el superar y dejar atrás los temores y el aferrarse e identificarse
con las cosas. La fe y el temor juegan estructuralmente en el centro
de la conciencia humana.
Una revolución depende del amor a la libertad, del deseo de cambio, y
todo eso nace y florece en el corazón humano y va creando sus medios
de expresión, aunque pueda tomarle miles de años su logro. En la época
feudal por ejemplo, se identificó la libertad con la posesión de la
tierra.
Por cierto, en estos días, leí que un líder africano había dicho que
cuando los conquistadores o colonizadores europeos llegaron con una
Biblia en la mano, los habitantes originarios eran los dueños de las
tierras, pero ahora ellos tienen la Biblia y los conquistadores las
tierras. Hoy en día buena parte de la especie humana vive en ciudades.
Esas ciudades, son resultantes del esfuerzo intelectual por vencer las
resistencias que el ecosistema natural oponía a sus intenciones. Es
decir, el esfuerzo físico que le exigía la satisfacción de sus
necesidades, contrastante con la creciente inercia de energía
intelectual que exige el desarrollo de la mente, para asimilar y
manejar el conocimiento acumulativo en una sociedad de la información.
Por ello, bajo diversos matices la concepción moderna y citadina de la
libertad, es la posesión de dinero que comprará todo lo necesario,
incluyendo espacio y tiempo libre para sí mismo. Lo cual opera como
mecanismo de la creciente concentración de capitales y bienes en cada
vez menos manos, convirtiéndose en un modelo socioeconómico de
explotación de las mayorías.
El pensamiento ingenuo es, ¿para qué me voy a esforzar trabajando la
tierra y produciendo alimentos y enseres, cuando puedo ganar de muchos
modos el dinero y comprar todo lo necesario? De allí a la corrupción
hay un solo paso. ¿Para qué voy a trabajar ocho horas durante toda mi
vida, si puedo encontrar caminos más directos hacia el dinero que es
lo que en última instancia me interesa?
Paradójicamente entonces, tras toda dirección o intención de vida está
el deseo de libertad o los modos en que el esfuerzo y el cansancio
conciben su descanso, relajación, liberación. Paradójico como que hoy
las tierras y alimentos sean manejados por transnacionales y cuesten
cada vez más, llevándonos a que una tercera parte de la población
planetaria pase hambre.
Igual de paradójico es que el imperialismo nunca ha conseguido ni
conseguirá conquistar el mundo, como tampoco ninguna ideología o
sistema lo hará, aunque se llame socialismo. Esas son convulsiones
dialécticas previas al cambio de sensibilidad y modelo, cuando lo
nuevo se conductualiza directa y sinceramente, sin necesidad de
órganos o instituciones rectoras de lo que hemos de pensar y hacer.
Porque la vida es como una flor, como el embrión humano, se gesta y
despliega desde un centro íntimo, desde el oscuro vientre hacia el
mundo de los contrastes entre luces y sombras, desde adentro hacia
fuera y no al revés. Sabemos manipular cosas, pero aún no tenemos la
menor idea de lo que la vida es.
Si preguntas como se gesta la vida, tal vez te dirán que el feto
humano o animal se forma en la fecundación de un óvulo por un
espermatozoide. ¿Y cómo se gestan el óvulo y el espermatozoide? Ah,
los produce naturalmente el cuerpo. ¿Y cómo se gesta el cuerpo? Ah, lo
producen el óvulo y el espermatozoide. Es como el dilema-acertijo del
huevo y la gallina.
¿Y cómo se gestó y alimentó el primer cuerpo humano cuando no había
cuerpos femeninos ni masculinos? Ah, los monos se fueron convirtiendo
en miles o millones de años en seres humanos. ¿Y qué eran los monos
antes de ser monos, mariposas?
¿Por qué unos monos se transformaron y otros siguen allí rascándose
los piojos y haciendo monadas, en lugar de competir y agredirse
inteligentemente por dinero y posesiones? Es un buen esfuerzo de la
imaginación para romper la parálisis del pensamiento dogmático, pero
todavía no nos dice nada respecto a lo que la energía vital es, pese a
que estemos ya en capacidad de manipular sus genes.
Hay todavía una enorme brecha en nuestro pensamiento entre como la
radiación solar, supuesta fuente de todo el universo existente, va
cobrando forma, materializándose, organizándose. Entre como una
energía supuestamente estúpida e insensible, es capaz de dar a luz a
un ser afectivo e inteligente. Más en sencillo, como una semilla de
tomate puede fructificar en una pera o un burro.
Igual de intangible es el amor a la libertad, y sin embargo es el
motor de todo lo que hemos concebido y construido. Es justamente el
intangible impulso libertario el que va "cobrando forma" según las
circunstancias opresivas.
El problema entonces, son los variados modos en que los grupos
sociales, las diferentes generaciones que conviven simultáneamente en
un mismo espacio tiempo, espacio hoy ya planetario, conciben e
intentan esa libertad, esas circunstancias opresivas, las causas y/o
los responsables de las mismas.
La nueva imagen de libertad que se va abriendo lentamente camino,
resulta entonces bastante extraña a nuestra época aún fuertemente
teñida de personalismos. Porque se trata de reconocer que me libero
esencialmente, ayudando en lo cotidiano todo lo que puedo a la
liberación de los demás de todas las limitaciones y opresiones a que
están sometidos.
El nuevo héroe resulta también demasiado humilde para el temor y los
elevados sistemas de tensión, de violencia íntima que aún sufrimos, y
las imágenes de superioridad y/o riqueza con que tratamos de
compensarlos, escapar de ellos.
Porque se trata simplemente del servidor social, que reconoce que una
de las cárceles de las que ha de liberarse es el ensimismamiento y
alienación en sus propios intereses, y como estos le hacen concebir su
libertad en desmedro de la ajena, conduciéndolo a un nuevo tipo de
esclavitud, la de la insensibilidad y la soledad, la enajenación
autista, egocéntrica.
Mientras que mediante el acercamiento sincero a las relaciones
afectivas, volvemos a abrirnos paso a paso al mundo natural y humano,
dejando atrás la concepción de la libertad como seguridad económica,
como aferrarnos a las posesiones cual maderos de ahogados.
Volver a poner al ser humano cual prioridad sobre la seguridad
económica personal que lo cosifica, es entonces la dirección
liberadora y revolucionaria de este modelo agotado que nos hace
experimentar el mundo como insensible, agresivo, violento y
excluyente.
Nos liberamos liberando, dando prioridad a un "nosotros", que bien
entendido abarca e incluye a los yoes y tues. En última instancia nos
liberamos y revolucionamos, reconociendo los hábitos y creencias que
paralizan nuestra conciencia, dinamizándolos mediante nuevas
concepciones que brotan estructuralmente de la mano de conductas
solidarias, generosas.




--
Michel Balivo

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