Conferencia dictada en la Casa Municipal de Cultura de la ciudad de Zacatecas, a invitación del Frente Social por la Soberanía Popular (FSSP)

POR: JUAN CAMPOS VEGA.

Segundo Secretario del Partido Popular Socialista de México.

Conferencia dictada en la Casa Municipal de Cultura de la ciudad de Zacatecas, a invitación del Frente Social por la Soberanía Popular (FSSP) Noviembre de 2008


AGRADECIMIENTO
Quiero, en primer término, agradecer al Frente Social por la Soberanía Popular la invitación para participar en las actividades conmemorativas de su primer aniversario.
También felicitar a sus integrantes por su incansable labor revolucionaria y les expreso mi sincero deseo de que cumplan muchos años más en defensa de los intereses del pueblo trabajador y de la nación mexicana.
Agradezco asimismo, a los presentes, su asistencia a este acto.
LECTURAS Y RELECTURAS
Cuando se me invitó a participar, con un trabajo en torno al Manifiesto del Partido Comunista, con motivo de haberse cumplido en febrero pasado, 160 años de su publicación, de inmediato vino a mi memoria la afirmación de Hermann Dunker –destacado maestro alemán de la clase obrera– de que la literatura seria está compuesta de libros y escritos que se deben leer más de una vez, por que si de la lectura repetida de escritos y libros no se obtenía ventaja alguna, entonces no valía la pena leerlos ni siquiera una sola vez.
El Manifiesto, que es un escrito de aproximadamente 40 cuartillas, es de esas obras que cada vez que se estudia proporciona enseñanzas valiosas. Cuando uno lee el Manifiesto por primera vez, se asombra de su precisión y magnífico contenido; cada relectura aporta nuevos elementos, descubre uno nuevas sugerencias y planteamientos que responden a los problemas de cada momento. En eso consiste su importancia y también, su vigencia.
Esa obra se publica, por primera vez, casi tres meses después de haber concluido el segundo congreso de la Liga Comunista, reunido en Londres del 29 de noviembre al 8 de diciembre de 1847, que encomienda a Carlos Marx, de 29 años y a Federico Engels, de 27, la redacción de su programa político: el Manifiesto del Partido Comunista.
Si quisiéramos sintetizar, en breves palabras, lo que significa la aparición de este documento revolucionario para la lucha por el derrocamiento del capitalismo y la instauración de la dictadura del proletariado, antesala del socialismo, tendríamos que afirmar que el Manifiesto simboliza cuatro aspectos fundamentales:
Primero. Es el acta de nacimiento del socialismo científico;
Antes de la publicación del Manifiesto, sus autores ya habían publicado, cuando menos, las siguientes obras:
a) En 1844, Anales Franco Alemanes, y Manuscritos económicos y filosóficos de Marx.
b) En 1845, La Sagrada Familia de Marx y Engels; Tesis sobre Feuerbach de Marx, y La situación de la clase obrera en Inglaterra de Engels.
c) Entre 1845 y 1846, La Ideología Alemana, donde despliegan en todos sus aspectos, por primera vez, la concepción materialista de la historia, pero que no se publicó.
d) En 1847, Miseria de la filosofía de Marx, y Principios del Comunismo de Engels, las tesis de estos últimos trabajos, sirvieron de materia prima para redactar el Manifiesto.
Pero aún no habían expuesto diversos aspectos esenciales de la nueva doctrina. En el Manifiesto lo hacen por primera vez.
Segundo. El Manifiesto es –en sus aspectos medulares– el programa de todos los comunistas, mientras la sociedad en la que vivamos siga siendo capitalista;
Podemos afirmar que más que leer muchas obras del marxismo es preferible estudiar algunas de ellas a profundidad y en reiteradas ocasiones, ya que no se trata solamente de adquirir un cúmulo de conocimientos; el objetivo no es volverse erudito del marxismo, sino asimilar su esencia para interpretar la realidad y, sobre todo, para transformarla, como diría el propio Marx. El Manifiesto es de esas obras del marxismo imprescindibles para la formación política revolucionaria.
Tercero. Es el documento filosófico y político más importante del siglo XIX. Incluso quienes no concuerdan con sus ideas no pueden menos que reconocer que constituye el documento político más importante de su época.
Cuarto. Es un texto clásico del marxismo que cada vez que se lee aporta tesis, valoraciones y propuestas que responden a problemas de actualidad.
En el Manifiesto encontraremos planteamientos y tesis de aspectos básicos del marxismo:
a) Una fundada crítica del capitalismo.
b) La concepción materialista de la historia.
c) La teoría de la lucha de clases proletaria y su consecuencia lógica: la toma del poder por la clase obrera.
d) El establecimiento de la dictadura del proletariado, antesala del socialismo, en sustitución de la dictadura de la burguesía que caracteriza a todos los países capitalistas.
e) Las base para iniciar la construcción del socialismo.
El Manifiesto consta de cuatro capítulos que comentaré en lo general y, en la mayoría de ellos, expresaré algunas opiniones particulares sobre temas que tienen algún interés o se vinculen a acontecimientos vigentes.
VEAMOS EL CAPÍTULO I. BURGUESES Y PROLETARIOS
En este primer capítulo, se analizan la esencia, el desarrollo y el carácter de las dos clases principales de la sociedad burguesa: la burguesía y el proletariado.
En la primera parte, que va del párrafo 1 al 28:
- Se describe, en forma por demás resumida, el cuadro general de las contradicciones y de las luchas de clases en la historia de la humanidad: en la antigua Roma, en la Edad Media, y en la sociedad burguesa, es decir, de la esclavitud al capitalismo, pasando por la sociedad feudal.
- Se describe el desarrollo de la burguesía, y se incluyen los siguientes aspectos:
a) La importancia económica del descubrimiento de América, la circunnavegación de África y el comercio con China y las Indias orientales.
b) El impetuoso desarrollo de la industria, el comercio y la navegación.
c) El papel revolucionario de la maquinaria y el vapor, que sustituyen a la manufactura.
d) El impulso que representa la creación del mercado mundial.
e) Afirman que todos esos cambios se reflejan en el progreso político de la burguesía
- Se plantea con toda objetividad que la burguesía ha desempeñado en la historia un papel revolucionario y se describen los aportes de la burguesía al desarrollo de la sociedad.
- Se vislumbra el imperialismo, y
- Se valoran aspectos negativos de la burguesía.
Veamos algunos aspectos concretos:
El párrafo 1, dice textualmente: (cito) “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases” (fin de la cita). Es necesario explicar esta expresión:
- En 1847, según la nota de Engels a la edición inglesa de 1888, los fundadores de la filosofía de la clase obrera, cuando hablan de “la historia de todas las sociedades” se refieren a la historia escrita, ya que la prehistoria, es decir, el periodo correspondiente a la comunidad primitiva, era casi totalmente desconocida en ese tiempo.
- Antes de incluirla como nota en dicha edición del Manifiesto, esa idea ya había sido planteada en forma incipiente en el prefacio a la edición alemana de 1883, y ampliamente en 1884, con los elementos aportados por distintos investigadores, sobre todo por el estadounidense Lewis Henry Morgan, que Engels utiliza pata escribir El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
Ahora ya todos sabemos los alcances de la oración original: que el motor de la historia no es la lucha de clases –ésta no es más que su manifestación en las sociedades basadas en la explotación del hombre por el hombre–, que el motor verdadero es la contradicción existente entre el desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas –es decir, desarrollo de la ciencia, la técnica y de las habilidades de los hombres– y las relaciones de producción existentes –o sea, las relaciones de propiedad de los medios e instrumentos de la producción–, que obstaculizan su desarrollo.
Las aclaraciones realizadas por Engels reafirman el principio marxista que establece que el conocimiento es absoluto en cuanto a su validez, pero relativo en cuanto al tiempo; que lo que es la verdad de hoy, mañana dejará de serlo a plenitud porque el avance científico permitirá conocer lo que antes no era posible percibir. La historia de la ciencia está llena de ejemplos de este tipo.
En el párrafo 5, Marx y Engels señalan: (cito)

La época de la burguesía, se distingue, sin embargo por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado (fin de la cita).

Tómense los datos inmediatos posteriores al triunfo de la revolución mexicana, compárense con los del México de hoy y se confirmará la justeza de esta aseveración: en 1921, 71.43% de la población se dedicaba a labores del campo, y juntas, las que trabajaban en la industria y los servicios, sumaban 20.79%; en junio de 2008 –según el INEGI– la población dedicada a las labores agropecuarias apenas representa 13.13%, la que labora en la industria 25.49% y la que trabaja en los servicios 60.62%, y juntas, estas últimas, representan 86.02% del total de la población ocupada.
Si lo analizamos desde la perspectiva de la posición de cada clase en el proceso productivo y comercial, veremos que los trabajadores remunerados y asalariados representan 65.89% de la población ocupada (4.85% en el sector primario, 19.18% en el secundario y 41.21% en el terciario); 4.9% son patrones, 22.49% trabaja por su cuenta y 6.67% trabaja sin percibir ingresos. Aquí se ve con toda claridad el proceso al que hacen referencia los fundadores del comunismo científico.
En el párrafo 12, después de señalar que la burguesía conquista la hegemonía del poder político, concluye con esta afirmación: (cito) “El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa” (fin de la cita).
La política neoliberal, aplicada en México desde 1982, no hace sino confirmar el papel de servidores del gran capital, particularmente extranjero, que han tenido los sucesivos gobiernos de nuestro país, como sucede en todos los países dependientes del imperialismo. En el párrafo 13, plantean: (cito) “La burguesía ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario” (fin de la cita).
Esta afirmación debiera servirnos para valorar nuestra historia y las condiciones actuales de nuestra lucha. Marx no titubeó, no se avergonzó nunca, al señalar el papel revolucionario de la burguesía en su etapa inicial; pero, de la misma forma, no vaciló en calificar su papel reaccionario una vez que se había consolidado como clase determinante de la sociedad capitalista.
En nuestro país las cosas no suceden de la misma manera; hay líderes, hay dirigentes, que creen que si reconocen el papel revolucionario de la burguesía mexicana o de un sector de ella, en alguna etapa o ante ciertos acontecimientos del devenir histórico de México, pierden su carácter de revolucionarios. Otros, en contrapartida no distinguen los cambios que se dan en México y en el mundo y confunden la acción circunstancial de la clase en el poder, o de una fracción de ella, y de esos hechos deducen, erróneamente, que indefectiblemente, mientras exista el imperialismo, un sector de la burguesía, no solamente actuará revolucionaria sino que está llamada a dirigir el proceso de emancipación económica y política del país, al que se debe sumar la clase trabajadora.
Ambas posturas son erróneas, por parciales. Prueba de lo anterior, es que en el amplio conglomerado de clases y sectores que defienden hoy a las empresas del Estado, frente a la política privatizadora antinacional y antipopular de los gobiernos neoliberales –priístas y panistas–, se encuentran quienes hace apenas unas décadas decían que apoyar las nacionalizaciones burguesas era una postura reformista; lo importante, sin embargo, es que hoy, juntos, defendemos el patrimonio de la nación.
En el otro ámbito, algunos de los grupos que apoyaron las decisiones del poder público, de rescatar empresas de áreas estratégicas que estaban en manos del capital extranjero, hoy ponen en manos de la burguesía, o mejor dicho, en el sector de la burguesía que intenta recuperar el gobierno federal, todas sus esperanzas porque retorne la política de nacionalizaciones.
Hay otro sector que no apoyaba las nacionalizaciones por considerar que esa era una postura oportunista, que se autoproclamaba radical y que de pronto, sobre todo cuando se produjo el derrumbe de lo que fue la Unión Soviética y los países socialistas de Europa del Este, se cambio de camiseta y se convirtió en defensor de la democracia y de las políticas burguesas que poco se diferencian de las que hoy aplica el gobierno de la derecha tradicional.
En el párrafo 18, incluyen una frase que refleja un aspecto que ha crecido a medida que el capitalismo se desenvuelve: la agitación, inquietud e inseguridad permanentes, características de este sistema de la vida social, que hoy se reciente en todo el orbe, por lo impredecible de los efectos de lo que inició como una crisis hipotecaria y hoy afecta la economía real de los países capitalistas más desarrollados.
Para argumentar en favor de la vigencia y actualidad del Manifiesto, e insistir en la necesidad de su lectura y relectura sistemática, abordaré el tema de la globalización.
Cuantas veces los gobernantes de nuestro país nos dijeron, que si no nos subíamos al carro de la globalización, nuestro país se rezagaría; que la globalización significa retos, pero también oportunidades, y otras cosas por el estilo.
Cuántas veces nosotros nos preguntamos, y algunos se siguen preguntando: ¿Qué es la globalización?
Hay quien la identifica sólo con los efectos de los cambios ocurridos en el ámbito científico y tecnológico, fundamentalmente en el área de las comunicaciones.
Otros más, vinculan esos cambios a la formación de bloques regionales comerciales, a los tratados de libre comercio que han proliferado en el mundo y a procesos como el que acompaña a la Unión Europea que aglutina a más de 27 naciones: Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido (Inglaterra, Gales, Escocia (que juntos forman Gran Bretaña) e Irlanda del Norte), República Checa Rumanía y Suecia.
Al hecho de que la UE tiene parlamento común, banco común, moneda común y otras muchas cosas que comparte colectivamente, aunque todavía no ha logrado convertirse, como la mayoría de sus líderes políticos desea, en un solo Estado: multinacional, multicultural, multiétnico, multireligioso y multilingüístico.
Si ahora pretendiéramos definir a la globalización, en el ámbito económico y en sus consecuencias culturales, diríamos que no es más que la careta actual del imperialismo, y que tiene, entre otros, los rasgos siguientes:
1. Ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones.
2. Las industrias que ya no emplean materias primas del país, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en donde se producen, sino en todas las partes del globo.
3. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados.
4. En lugar del antiguo aislamiento de los países, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones.
5. Eso se refiere tanto a la producción material, como a la intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas.
6. De las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal.
7. Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación arrastra a todas las naciones.
8. Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todos los obstáculos.
9. Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar su modelo, a construir un mundo a su imagen y semejanza.
10. Ha aglomerado la población, centralizado los medios de producción y concentrado la propiedad en manos de unos pocos.
Pero, sólo un pero, estas diez ideas, que utilizo para caracterizar al imperialismo globalizador de la actualidad, no son mías, no son de ningún estudioso de la sociedad actual, fueron escritas hace 160 años, por Marx y Engels, en el Manifiesto del Partido Comunista.
Fueron escritas cuando todavía la humanidad no utilizaba los conceptos de globalización o mundialización, ¡vamos, ni siquiera el concepto imperialismo!
Fueron escritas cuando no había tratados o acuerdos de libre comercio; cuando la inevitable integración económica, todavía no daba los primeros pasos para convertirse en integración política entre naciones.
Fueron escritos cuando la ciencia todavía no se convertía en elemento fundamental de los procesos productivos y la tecnología apenas daba sus primeros pasos, muy lejos todavía del acelerado avance que hoy tiene; cuando las comunicaciones se encontraban en pañales, si las comparamos con el desarrollo que hoy han adquirido.
Estas diez ideas, tomadas de tres párrafos del Manifiesto, que bien nos sirven para describir el mundo de nuestro tiempo, fueron escritas cuando el capitalismo todavía se basaba en la libre concurrencia; cuando aún no se formaban los primeros monopolios.
Y todavía hay quien se atreve a decir que el marxismo está pasado de moda, que es una teoría obsoleta.
En el párrafo 27 plantean dos aspectos importantes: primero, que la sociedad burguesa: (cito) “ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de producción y de cambio, [que] se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros” (fin de la cita), y segundo, que esa sociedad burguesa tiene crisis comerciales periódicas en las que se destruyen productos elaborados que nadie puede comprar o utilizar, en la que se produce una: (cito) “epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera parecido absurda, [que] se extiende sobre la sociedad: la epidemia de la superproducción” (fin de la cita) Es decir, que en la sociedad capitalista de esa época, como hoy mismo sucede, hay más productos que los que la gente puede adquirir, y ello hace que disminuya la producción, crezca el desempleo y bajen los salarios.
Al preguntarse cómo vence la burguesía estas crisis, los autores del Manifiesto se responden: (cito) “De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos” (fin de la cita) ¿Les parece conocida la solución? Porque esto fue escrito, insisto, hace 160 años.
En la segunda parte, que va del párrafos 29 al 54, se plantea:
- La naturaleza y la situación del proletariado.
- El proceso de desarrollo del proletariado.
- La ayuda que en su desarrollo recibe el proletariado por parte de la burguesía.
- La naturaleza revolucionaria del proletariado.
- Las diferencias que tiene el proletariado respecto de las clases del pasado.
- La inevitable victoria de la clase obrera.
El párrafo 29 empieza con la frase: (cito) “Pero la burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios” (fin de la cita).
Después, nos dicen que el trabajo es una mercancía sujeta a las leyes del mercado, y que una vez que el obrero ha sido explotado por el patrón: (cito) “Se convierte en víctima de otros elementos de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista, etcétera” (fin de la cita). En la actualidad tendríamos que incluir las compras a plazos de casa habitación, hasta por 30 años y de bienes muebles que van de 6 a 30 meses; el uso de la tarjeta de crédito, y también los efectos de la especulación con los precios de las materias primas como el petróleo, el arroz, el maíz y el trigo.
En los párrafos 36 al 41, se expone el proceso de desarrollo del proletariado que pasa de la lucha aislada, a la de los obreros de una misma fábrica y, más tarde, a los de una localidad; pero también de la destrucción de mercancías extranjeras y de las máquinas; luego de la formación de coaliciones y la defensa en común de sus salarios, hasta lograr darle a su combate un carácter nacional.
Años después los fundadores del comunismo científico, insistirían en la necesidad de unir a la clase obrera internacional. Marx fue el autor de la resolución adoptada en el Congreso de la Primera Internacional, celebrado en Ginebra en 1866, sobre “El pasado, el presente y el futuro de los sindicatos”. He aquí algunas de las ideas principales:
- El capital es poder social concentrado, mientras que el obrero sólo dispone de su fuerza de trabajo.
- Del lado del obrero, su única fuerza es su masa. Pero la fuerza de la masa se rompe por la desunión.
En septiembre de 1871, en una resolución adoptada por la Conferencia de Londres, de la Asociación Internacional de Trabajadores, se establece que en contra del poder de la burguesía el proletariado puede actuar, como clase, solamente constituyéndose en partido político; que ello es indispensable para asegurar la victoria de la revolución social y de su objetivo final, la supresión de las clases; y que la unificación de las fuerzas obreras, ya alcanzada por las luchas económicas, debe servir también en su lucha contra el poder político de los explotadores; que el movimiento económico y la actividad política están ligados entre sí de manera indisoluble.
Está tesis significa que las masas trabajadoras deben organizar sindicatos, para las reivindicaciones inmediatas, y para apoyar a los partidos políticos que luchan por la transformación del sistema capitalista, por guiar a todos los trabajadores y conducirlos hasta el Poder en substitución de la burguesía.
Del párrafo 42 al 44, se expone la ayuda que en su desarrollo recibe el proletariado. Dice que así como en la revoluciones burguesas elementos de la nobleza se pasaron a las filas de la burguesía, en esa época sectores de la burguesía se pasan a las filas proletarias.
Ejemplos de intelectuales revolucionarios que se pasan a las filas del proletariado han existido a lo largo de la historia. Los grandes teóricos de la filosofía de la clase obrera, como Marx y Engels, Lenin, y tantos otros, son ejemplo palpable de esa situación. En la historia de América Latina y de nuestro país sucedió lo mismo.
En los párrafos 45 al 47, se caracteriza la naturaleza revolucionaria del proletariado por ser el producto más peculiar del capitalismo, mientras las demás clases desaparecen o degeneran y se vuelven conservadoras, como los artesanos, porque pretenden volver a etapas superadas que son irrecuperables o, como los lumpen, que se venden a los intereses de quienes detentan el poder.
En los párrafos 48 al 52, primero se plantea que las clases del pasado, cuando tomaron el poder, consolidaron la situación adquirida en beneficio de la minoría que representaban, para después explicar que el proletariado, cuando toma el poder en sus manos, actúa en forma revolucionaria, ya que destruye las formas de apropiación existentes y la propiedad privada misma que le sirve de sustento al capitalismo, para poner el Estado al servicio de la mayoría de la población.
En los párrafos 53 y 54, exponen que las condiciones de vida de los obreros, su permanente empobrecimiento –a diferencia de lo que ocurría con las clases explotadas de los sistema anteriores– y la unión revolucionaria de los trabajadores, socavan las bases del sistema burgués y, de este modo, la burguesía crea sus propios sepultureros, cuya victoria es inevitable.
VEAMOS EL CAPÍTULO II. PROLETARIOS Y COMUNISTAS
En este segundo capítulo, se analizan las relaciones de los comunistas con los proletarios en general y con los otros partidos obreros en particular; se da respuesta a las acusaciones de la burguesía, y se plantean las medidas que el proletariado debe poner en práctica inmediatamente después de tomar el poder.
Si ustedes leen con detenimiento los primeros ocho párrafos podrán percibir que detrás de todas las formulaciones, sobre todo de los párrafos 2 al 6, se encuentra un reiterado llamado a la unidad de los revolucionarios: unidad de los proletarios y unidad con los otros partidos obreros, con base en un conjunto de demandas establecidas en el párrafo 7: (cito) “constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del poder político del proletariado” (fin de la cita).
En los párrafos 9 al 14, nos explican que todas las revoluciones han tenido como objetivo abolir la forma de propiedad precedente y que en el caso del comunismo no es diferente, ya que no se trata de abolir la propiedad en general, de abolir también la propiedad personal, sino de la abolición de la propiedad privada burguesa de los medios e instrumentos de la producción.
En los párrafos 15 hasta el 68, se ventilan y refutan las siete acusaciones que la burguesía hace a los comunistas:
- Que el comunismo quiere abolir la propiedad, fruto del trabajo propio
- Que el comunismo no respeta la personalidad ni la libertad.
- Que en el comunismo reinará la holgazanería general.
- Que el comunismo aniquilará la cultura.
- Que el comunismo significa la abolición de la familia.
- Que el proletariado es apátrida.
- Que el proletariado persigue la abolición de la religión y la moral.
Tres de esas acusaciones todavía las podemos escuchar hoy, con relativa frecuencia.
Las dos primeras están Íntimamente vinculadas. En el Manifiesto se establece: (cito)

Os horrorizáis de que queramos abolir la propiedad privada. Pero, en vuestra sociedad actual, la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus miembros... Nos reprocháis, pues el querer abolir una forma de propiedad que no puede existir sino a condición de que la inmensa mayoría de la sociedad sea privada de propiedad.
En una palabra, nos acusáis de querer abolir vuestra propiedad. Efectivamente, eso es lo que queremos.
¡Y la burguesía dice que la abolición de semejante estado de cosas es la abolición de la personalidad y de la libertad! Y con razón. Pues se trata efectivamente de abolir la personalidad burguesa, la independencia burguesa y la libertad burguesa (fin de la cita).

Y de la última nos suelen repetir una frase sacada de contexto donde Marx dice: “La religión es el opio del pueblo”, como si se tratara de una actitud antirreligiosa a ultranza, jacobina. Pero, si lee uno la frase completa se dará uno cuenta de que la palabra opio está utilizada en función de uno de sus efectos el de adormecer, recordemos que también se le conoce, al opio, como adormidera.
Marx utiliza ese sentido porque afirma que al prometer el paraíso en el cielo adormece las aptitudes revolucionarias del pueblo que tiene todo el derecho a construir el paraíso aquí en la Tierra. Lenin ahondaría en este tema asumiendo con toda precisión la compatibilidad entre la lucha revolucionaria y la creencia religiosa, inclusive al ingreso de religiosos en el Partido Comunista Bolchevique de Rusia.
En nuestro país, Vicente Lombardo Toledano, afirmó muchas veces que no hay contradicción entre las creencias religiosas del pueblo y sus deseos de progreso.
Del párrafo 71 al 73 trazan las medidas necesarias después de la toma del poder.
En el párrafo 74 enlistan diez medidas, diez puntos programáticos, que veinte años después los fundadores de la filosofía del proletariado consideran anticuados.
En los párrafos 75 y 76 plantean como conciben el socialismo desarrollado.
VEAMOS EL CAPÍTULO III. LITERATURA SOCIALISTA Y COMUNISTA
El capítulo III, se ocupa de la literatura socialista de la época, que carece de interés para nosotros.
VEAMOS EL CAPÍTULO 4. ACTITUD DE LOS COMUNISTAS RESPECTO DE LOS DIFERENTES PARTIDO DE OPOSICIÓN
Del capítulo IV, nos interesan algunas expresiones contenidas en los doce párrafos finales del Manifiesto.
En el párrafo 2 nos dicen: (cito) “Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero, al mismo tiempo defienden también, dentro del movimiento actual, el porvenir de ese movimiento” (fin de la cita).
En el párrafo 10 nos dicen: (cito) “Los comunistas trabajan, en todas partes por la unión y el acuerdo entre los partidos democráticos de todos los países” (fin de la cita).
En los párrafos 11 y 12 finalizan el folleto con estas palabras:
Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tiene, en cambio, un mundo que ganar.
¡Proletarios de todos los países uníos!

En eso radica la enorme importancia del Manifiesto: En ser producto de la mente de dos genios que supieron, a pesar de las limitaciones del desarrollo capitalista de su tiempo, percibir los rasgos esenciales de su desenvolvimiento posterior.
Sabemos que el conocimiento del Manifiesto no basta, que es necesario ahondar en los aspectos esenciales del marxismo leyendo las obras de los clásicos y de los revolucionarios que en el mundo aplicaron a su realidad concreta, creadoramente, la filosofía del proletariado, y actuaron en consecuencia; que supieron hacer del marxismo –como bien decía Lenin– no un dogma, sino una guía para la acción.
Pero también estamos convencidos de que sería un buen principio acercarse al marxismo a través de la lectura del Manifiesto, del cual conmemoramos, en este año de 2008, 160 años de permanente actualidad.
Les agradezco mucho su atención.

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