AQUI YACE LA LUZ

AQUÍ YACE LA LUZ
Víctor Raúl Huamán, aula_magna@yahoo.com

Serafín del Mar, seudónimo del escritor Huancaíno Reynaldo Bolaños, describió en un bello libro "Sol: Están destruyendo a tus hijos" (Bs. Aires, Julio 1941), el sacrificio y muerte de muchos apristas. Al mencionar el "Sol" en su título, hacía referencia al Dios que los naturales de América adoraron; a la deidad reconocida por los egipcios y los pueblos aborígenes del Japón; además, a la primera obra creadora de Dios según la Biblia en el Génesis. El catolicismo la adoptó a través del Espíritu Santo, como un ojo resplandeciente que surge de entre las nubes del cielo.

Si podemos definir el Sol como una deidad mítica de los orígenes de las sociedades ¿Cuál podría ser su significado trascendente para la humanidad? Su derivado sería la luz, el calor, los climas, la vida misma y todo lo que existe como naturaleza. Pero en el hombre, la Luz se revela como conciencia y sabiduría, sin distinguir razas, credos o clases sociales; pero además, la cualidad de la Luz en el hombre, está íntimamente ligada al bien común y la justicia social.

Cuando los apristas decimos "Aquí yace la Luz" no estamos aludiendo al símbolo físico de Víctor Raúl Haya de la Torre enterrado en la Ciudad de Trujillo, nos referimos a su obra hecha Luz para reverdecer la pradera de la esperanza de la integración continental de Indoamérica. La Luz no es patrimonio de un hombre, sino el conducto de energía para la gran construcción de sabiduría. Haya construyó la base social aprista para transmitir una ideología de justicia, que se revelaba desde sus recuerdos de niño, jugando entre las ruinas de Chan Chan en su Trujillo natal y descubrir que esas formidables construcciones arqueológicas, las hizo una sociedad de hombres con inteligencia superior y que existieron antes de la llegada de la cultura europea a nuestro continente. Su proceso de formación posterior, lo ubicó en un momento de la historia donde no postulaba satisfacciones materiales. El era el portador de la Luz, buscando el sentido del principio de su existencia material como un medio y no como un fin.

Cuando descubre e interpreta el real origen de nuestro continente y propone una vía nueva al destino de América, Haya tampoco ignoraba que nuestros pueblos en desarrollo seguían presos del caudillismo antes que de ideas; y que el verbo de un continente, con un pasado propio, había que transmitirlo sabiendo perfectamente que no era un estado emocional circunstancial, ni mucho menos generacional, sino un mensaje positivo para la propia continuidad histórica de América. Las variables económicas se renuevan y resuelven la coyuntura, pero no el verbo de la marginada interpretación del cosmo Indoamericano que halló particularmente andino. Esa era la luz que inquietaba al Haya joven.

Encender ese recado que traía, le significó construir una organización de defensa para que esa llama no se apague con las tiranías y la mediocridad de los poderes oligárquicos por una nación-reflejo y dependiente de todo lo extranjerizante. Esta relación, evidentemente religiosa de Haya, acaba de ser expuesta como una necesidad vital para la nacionalidad, por uno de sus discípulos, Alan García Pérez, actualmente Presidente Constitucional del Perú. Ha dicho: "Nos falta una REFORMA DEL ALMA, que solo cada peruano puede impulsar desde su hogar (…). El cambio nace en cada uno, con el servicio a los demás. Solo así podrá tener alma el crecimiento material".

Para un político, lo supremo es la ruta que se señala a un pueblo, asegurándole el tránsito por ese sendero hacia la Luz, por encima de su propia existencia física. La dignificación de la política en nuestros pueblos pasa por esa Luz que tenemos todos en cada hogar y que Víctor Raúl Haya de la Torre inculcó en todos sus discípulos. Si Haya en algún momento quiso entregarse al poder que otorga una victoria electoral, lo hubiera logrado; pero, su principal empeño siempre hubiera sido llegar "a la conciencia del pueblo" para transmitirles esa Luz que solo puede brillar en los que tienen ojos de ver.

La Luz es, entonces, la flama que tenemos todos como sabiduría, alimentada con compromiso social. El alma y el ser material no existen, solo la conciencia ligada a actos de humanismo. Aquí yace la Luz, y ese es el mensaje a la vida de todos los apristas muertos y vivos y que Víctor Raúl Haya de la Torre iniciara para nuestros pueblos.

México, Agosto 2 del 2008.

AQUÍ YACE LA LUZ
Víctor Raúl Huamán, aula_magna@yahoo.com

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