EXISTE EN TIJUANA UN MERCADO PARA LA MUERTE EN FRASCO

EXISTE EN TIJUANA UN MERCADO PARA LA MUERTE EN FRASCOTIJUANA, México -- "¿Cocaína?", gritaba un rufián que trabajaba en la descuidada Avenida Revolución de Tijuana, una noche reciente, en un tono para nada acallado. "¿Qué tal una chica?". Cuando ninguna de sus ofertas obtuvo la respuesta deseada, intentó con otra: "¿Puros cubanos?".

TIJUANA, México -- "¿Cocaína?", gritaba un rufián que trabajaba en la descuidada Avenida Revolución de Tijuana, una noche reciente, en un tono para nada acallado.

"¿Qué tal una chica?".

Cuando ninguna de sus ofertas obtuvo la respuesta deseada, intentó con otra: "¿Puros cubanos?".

Pudo haber continuado por algún tiempo más recitando el amplio menú tijuanense de mercancías de contrabando. Un producto de esta ciudad fronteriza, no obstante, le gana a todos los demás en términos de valor de choque: muerte en un frasco.

La droga, el pentobarbital, puede matar haciendo dormir a las personas, y está excesivamente controlado en la mayoría de los países. Sin embargo, gente anciana y enferma que busca una forma rápida e indolora de terminar su vida dice que no hay lugar en la Tierra donde sea más fácil obtener pentobarbital, un barbitúrico comúnmente conocido como Nembutal, que en México.

Alguna vez ampliamente disponible como una ayuda para dormir, ahora se usa, en la mayoría de los casos, para anestesiar animales para una cirugía o para aplicarles la eutanasia. Frasquitos en su presentación líquida concentrada, suficiente para matar, se pueden encontrar no en los estantes de las muchas farmacias de descuento de Tijuana, sino en las tiendas de mascotas, que venden una gran diversidad de animales, así como medicamentos y otros artículos para ellos.

"Es en México donde el Nembutal se encuentra con mayor facilidad", dice "The Peaceful Pill Handbook" (El Manual de la píldora tranquilizadora), un libro que expone los métodos para suicidarse. Coescrito por Philip Nitschke, fundador de Exit International, un grupo australiano que asiste a personas que quieren terminar su vida tempranamente, el libro está prohibido en Australia y Nueva Zelanda.

En el libro, así como los seminarios que imparte Nitschke, se exponen estrategias para morir. La forma de suicidarse sin problemas y sin dolor, él sostiene, es comprar el pentobarbital mexicano de marcas como Sedal-Vet, Sedalforte y Barbital.

Quienes buscan la droga, los así llamados turistas de la muerte, recorren las farmacias veterinarias que abundan en Tijuana. Los estantes están repletos de medicinas contra las garrapatas en los perros, vitaminas para los caballos y una amplia variedad de botellas y cajas que tienen poco sentido para quien no sea un veterinario.

No obstante, el libro de Nitschke proporciona fotografías satinadas de las presentaciones muy diversas del pentobarbital que son más adecuadas para un suicidio. Comprarlo puede ser tan fácil como mostrar las fotografías a un empleado y pagar tan poco como 30 dólares por una dosis.

Empleados de tiendas de mascotas de toda Tijuana reconocen que extranjeros preguntan por el narcótico con regularidad. "Es probable que unas 100 personas hayan venido a preguntar por la droga en los dos últimos años", dijo Pepe Velázquez, un veterinario y propietario de la farmacia El Toro.

Hasta que El Norte, un periódico regional, publicó hace poco un artículo en el que se detalla lo fácil que es comprar el pentobarbital -- y cómo pretendían usarlo los extranjeros _, muchos propietarios y empleados de las tiendas dijeron que habían supuesto que los clientes lo usarían para terminar la vida de sus animales.

"No teníamos ni idea de lo que estaban haciendo", dijo un empleado de la tienda de mascotas California. "Es para los animales. Todo lo que tenemos aquí es para los animales. Pensamos que se lo iban a dar a sus animales".

Resulta que lo estaban comprando para consumo humano. Nitschke estima que 300 miembros de su grupo, la mayoría australiana, pero también algunos estadounidenses y europeos, han comprado la droga en México en los últimos años. Algunos la guardan para el momento en el que su salud se deteriore al grado en el que ya no quieran seguir viviendo. Fueron pocos los casos en los que los compradores ingirieron la droga mientras estaban en México.

"Si se presencia, es tan tranquilo como puede ser", dijo Nitschke sobre la muerte por pentobarbital. "Por lo general, recomiendo que lo ingieran con su bebida favorita, ya que tiene un gusto amargo. Nunca he visto que nadie se termine su g¼isqui o su champaña. No hay tiempo suficiente para pronunciar un discurso. Se queda uno dormido y después, muere".

Sin embargo, ahora que ya se sabe que se está usando la droga para consumo humano, las autoridades locales han buscado prohibir las compras no autorizadas. Ahora, se supone que las tiendas deben vender la droga sólo a veterinarios registrados que presenten una receta.

Don Flounders de 78 años padece un mesotelioma, una forma de cáncer rara y mortal, vinculada generalmente a la exposición a los asbestos. No tuvo ningún problema para conseguir el pentobarbital cuando viajó desde Australia a Los Angeles en enero, y luego cruzó la frontera a Tijuana para hacer compras.

"Llegué a la primera tienda que se anunciaba como veterinaria, mostré la foto y me la dieron", dijo en una entrevista telefónica.

Llevarla a su país fue más difícil. Es ilegal meter pentobarbital en Estados Unidos, y Exit International dice que empleados aduanales les confiscaron la droga a por lo menos tres de sus miembros. La organización dice que los de Australia no han atrapado a ninguno de sus miembros.

Sin embargo, una vez que llegó a su casa, Flounders, quien hace campañas en favor de la eutanasia, habló con el equipo técnico de un noticiero de televisión sobre su compra. Lo filmaron llevándole un frasco a su amiga Angie Belecciu de 56 años, quien está muriendo de cáncer y colaboró en el financiamiento de su viaje a México. Después, la Policía Federal Australiana registró las casas de ambos. El suicidio asistido es ilegal en Australia.

"Fue una afrenta", dijo Flounders sobre el cateo. "Yo tengo 78 años y mi esposa, 85. Tengo esta enfermedad incurable, y cuando cuatro policías muy grandes subieron los escalones de la entrada, fue muy desconcertante".

Ni Flounders ni Belecciu han usado el pentobarbital, y no se han levantado cargos contra ninguno de los dos.

En junio, a Caren Jenning, otra australiana que compró la droga en México, la declararon culpable de complicidad en un homicidio culposo porque un amigo, Graeme Wylie, quien padecía la enfermedad de Alzheimer en estado avanzado, y había expresado de tiempo atrás su deseo de terminar su vida, lo utilizó para suicidarse hace dos años.

También sentenciada por homicidio culposo, Shirley Justins, la pareja de Wylie, fue quien destapó el frasco de Nembutal comprado por Jenning, y le dijo a él que moriría si la ingería.

"El punto fue si este hombre tenía la capacidad mental en el momento en el que tomó la droga para terminar con su vida", dijo Sam Macedone, el abogado de Jenning. Al parecer, el argumento del fiscal en cuanto a que Wyle padecía una demencia tan severa que no podía tomar una decisión informada para quitarse la vida, influyó en el tribunal.

Jenning tiene cáncer, dijo Macedone. Enfrenta hasta 25 años de cárcel, pero es probable que tenga menos de un año de vida, comentó. Si se presenta una apelación, dijo Macedone, es probable que se resuelva después de su muerte.

Dijo que es terriblemente triste "que hagamos que alguien pase por todo esto cuando lo único que hizo fue ayudar a un amigo a llegar a donde quería ir".

El suicidio asistido ha surgido como un tema en México, donde el Senado votó en abril para permitir que los médicos retiren medicamentos que sostienen la vida de algunos pacientes, mas no para tomar medidas que causen la muerte. La Iglesia católica se opone fuertemente a la eutanasia.

"Para mí, es terrible", dijo Velázquez sobre la eutanasia. "Creo que la gente debería vivir hasta que Dios quiera".

Toda la publicidad sobre el uso no autorizado del pentobarbital ha hecho que sea algo más difícil de conseguir a lo largo de la frontera norte de México. "Oh, no, no tenemos eso", dijo un empleado de El Grano de Oro, un sentimiento expresado por empleados de seis tiendas veterinarias diferentes en la zona turística de Tijuana una tarde reciente.

No obstante, en la séptima tienda, a unas cuantas manzanas de la Avenida Revolución, la empleada dijo que sí tenía la droga. Extendió el brazo a un estante detrás de ella y jaló una caja de Sedalforte, una de las marcas que recomienda Nitschke. Traía fotografías de un perro y un gato en el empaque, y decía en negritas que sólo se podía vender con receta.

Cuando se le preguntó si la vendería, la empleada miró confundida. "Claro", dijo marcando 45 dólares en la caja registradora por un frasco.

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